Busco como una loca fotos de 2013 con el vestido gris. Lo tiré a la basura después de agosto de 2018. Me venía justo y me ponía triste —no por quedarme pequeño, sino por otros motivos-. Me fastidia preguntarle.
-Es por algo que no entenderías -le digo-: una nueva obsesión, otro ritual más. Necesito verme como me veía para escribir como escribía, hazme el favor.
En cinco minutos me la envía junto con otras tantas. Abro el resto y comprendo que, aunque una siempre caminará hacia adelante, algunos veranos ejercerán de ancla. Solo quería una.
En ningún caso, ese montón de recuerdos.
Anteayer compré el vestido por Vinted* en una talla más. Una talla que recoja lo mucho que he aprendido estos años. ¿No es lo que dicen? Que queda lo que maduras, que todo es para algo -no estoy de acuerdo, pero eso para otra entrada-. Yo creo que todo ese «para algo» ya no me cabe en una talla 34. El volumen es tiempo. Cada surco, una tarde rara, un olvido, alguna nueva atadura. ¿Y si no mejoramos? ¿Y si crecer consiste solo en perder luz? ¿Será por eso que, llegada cierta edad, queremos niños cerca? A mí me gustaría, siempre lo he pensado. De momento, solo llegan críos de más de treinta. Escribo esta frase y pienso que ahora sí: ya estoy en 2013, lo logré. ¿Acaso escribiré sobre lo mismo hasta que me muera? Hombres extraños con extraños comportamientos.
Es raro esto y, sin embargo, me emociona. Releo el «Aquel vestido gris» original mientras refunfuño porque creo que me he hecho un esguince. Respiro. Llevo años pensando que el primer post lo publiqué un 13 de julio y acabo de darme cuenta de que fue el 12.
Aquel 12 de julio de 2013 escribí:
En qué maldito momento perdió la última neurona que le quedaba y olvidó lo bonito que fue el primer párrafo. Y el segundo. Tal vez lo pensara, pero ya era tarde.
Y aunque me doliera reconocerlo, en el fondo (y en realidad) estaba mucho mejor sin él.
Y ahora, 3 de julio de 2025, aquí estoy. Sentada en mi moqueta azul, escuchando de nuevo a Anni B Sweet y pensando en qué tendrá julio para removerme tanto.
Y es que, a veces, hay que volver al inicio para crear un… nuevo inicio.
*Actualización: la vendedora ha cancelado la transacción. Tal vez no pueda volver a ponerme ese vestido, supongo que pequé de cabezona y el pasado nunca vuelve por más que queramos.
Pero por mis narices que el resto de cuestiones, todas esas pequeñas cosas que perdí en la duda, sí las recuperaré.
Aunque me pase la vida intentándolo.
